viernes, 24 de septiembre de 2010

Perros míticos e históricos

Desde la antigüedad han existido animales que han acompañado a hombres ilustres o han sido ellos mismos personajes destacados en la historia.
Ya Homero relataba que Vulcano forjó un perro de bronce para ofrecerselo a Zeus y a su vez, el Dios de dioses se lo ofreció a Europa, hija del rey de Fenicia, para cortejarla y obtener sus favores. No tenía morro Zeus. Le regalan la estatuilla y él la vuelve a regalar para ver si la moza caía en su regazo. Tacaño y caradura.

El mismo Homero nos descubre a Argos, el perro de Ulises. El pobre chucho fue el primero en reconocer a su dueño cuando volvió a Ítaca y al instante murió de alegría. O de viejo rematao, porque según la leyenda el periplo de Ulises duró 20 años.

La mujer de Sócrates, Jantipa, hizo inhumar a su perro en un promontorio junto al mar. Desconozco si el perro influyó algo en las teorías de su amo o si la mujer hizo lo mismo con el cuerpo de su marido o lo dejó tirado como un perro.

Soter fue otro perro famoso en la antigüedad. Era uno de los 50 perros guardianes de la ciudad de Corinto y cuando fue atacada consiguió alertar a la población. Los otros 49 perros murieron defendiendo la ciudad. Los habitantes erigieron un monumento en su memoria y Soter fue honrado, pensionado y puesto bajo la protección de la ciudad. En definitiva fue el más listo. Mientras que los otros permanecieron luchando, éste salió corriendo y se salvó.

Alejandro el Grande recibió de su tío un cachorro de perro de los llamados molosos. Una raza introducida en Grecia desde Oriente (Jerjes ya llevaba en su cortejo animales de este tipo), tan grandes como los mastines actuales o más. Perita, que así se llamaba, acompañó al macedonio durante toda su campaña hasta que murió casi al final de esta, en la India, durante una incursión defendiendo a su amo. En una de sus muchas azañas o imprudencias (según se mire) se lanzó él solo contra un montón de enemigos que defendían una torre. Alejandro fue herido y el perro mantuvo a raya a los enemigos hasta que llegó ayuda, pero ya estaba herido de muerte. Al igual que cuando murió Bucéfalo, su caballo, Alejandro fundó una ciudad con el nombre de su perro.


Aunque las fuentes no son muy seguras, (al parecer un libro escrito en 1822), los arqueólogos descubrieron en las ruinas de Herculano (la ciudad costera que junto con Pompeya quedó destruida por el Vesubio), los restos de un perro conservado por la ceniza con una historia muy peculiar. Al parecer se pudo identificar un collar en el que se podía leer algo como: "Delta, que ha salvado la vida de su dueño en 3 ocasiones". Es decir, el nombre de un perro que había salvado a su amo tres veces. Lo bonito de la historia es que debajo del cadáver del perro encontraron el de un niño de entre 10-12 años de edad, lo que hace pensar que al final de su vida, Delta intentó salvar por cuarta vez a su amo.

Si damos un pequeño salto en el tiempo nos encontramos con el inicio de la leyenda de Black Shuck. Al parecer este era el perro de Olaf el Valiente, vikingo sanguinario... como todos los vikingos. En una de sus incursiones por las costas inglesas, el perro quedó abandonado por accidente y desde entonces se ha creado la leyenda de que su fantasma vaga por las costas ladrando y aullando, llamando a su amo en lastimeros tonos. Según el folklore de cada zona, hay quien lo ha visto sin cabeza, acompañando a jovenes damiselas para protegerlas en el camino a casa, etc. Sin duda tuvo que influir bastante en cuentos como los de el perro de los Basquerville, de A. Conan Doyle.



Otro perro cuyo nombre ha llegado hasta nosotros es Becerrillo.
Becerrillo fue adiestrado en la Isla de La Española, que por aquel entonces era un enclave geográfico bajo dominio español en el que los perros de presa tradicionales españoles, los alanos, se entrenaban con fines militares. En el año 1511, Becerrillo abandonaría la Isla de La Española para dirigirse a la Isla de San Juan junto con su amo Sancho de Aragón, aunque cierto es que algunos cronistas también lo han relacionado con el conquistador Diego de Salazar.Tenía dicho perrazo la dudosa habilidad de distinguir entre indios aliados o enemigos. Cuando lo soltaban entre grupos de indígenas cogía con su boca el brazo del rebelde, sin equivocarse y tiraba de él para capturarlo. Ni decir que el que se restía, moría.


....." de grande entedimiento e denuedo porque entre doscientos indios sacaba uno que fuese huido de los cristianos e le asía por un brazo e lo constreñía a se venir con él e lo traía al real e si se ponía en resistencia lo hacía pedazos..."



Se cuenta que un día, el capitán Diego de Salazar pretendió mofarse de una anciana indígena y divertir a los soldados. Le entregó un mensaje para que lo llevara a varias leguas de distancia y cuando la anciana se encontró todavía cerca lanzó a Becerrillo contra ella. La mujer al ver a esa fiera infernal avalanzarse contra ella se sentó y levantando el mensaje le dijo en su lengua; " Señor perro no me haga mal que llevo un mensaje para los cristianos". El perro se detuvo, olisqueó a la anciana, la lamió y se dio media vuelta. Curioso que la postura que adoptó la anciana muerta de miedo fue la típica de sumisión entre los perros, lo que la salvó y dió la impresión a los cristianos de que habían presenciado un milagro.
Así lo cuentan las fuentes:
.." acordó el capitán Diego de Salazar de echar al perro una india vieja de las prisioneras que alli se habían tomado; e púsole una carta en la mano a la vieja, e díjole el capitán: "Arida, ve, lleva esta carta al gobernador, que está en Ayrnaco, que era una legua pequeña de allí; e decíale esto para que así como la vieja se partiese y fuese salida de entre la gente, soltasen el perro tras ella. E como fue desviada poco más de un tiro de piedra, así se hizo, y ella iba muy alegre, porque pensaba que por llevar la carta, la libertaban; mas, soltado el perro, luego la alcanzó, y como la mujer le vido ir tan denodado para ella, asentóse en tierra y en su lengua comenzó a hablar, y decíale: "señor perro, yo voy a llevar esta carta al señor gobernador", e mostrábale la carta o papel cogido, e decíale: " no me hagas mal, perro señor". Y de hecho, el peror se paró como la oyó hablar, e muy manso se llegó a ella e alzó una pierna e la meó, como los perros suelen hacer en una esquina o cuando quieren orinar, sin le hacer ningún mal. Lo cual los cristianos tuvieron por cosa de misterio, según el perro era fiero e denodado; y así el capitán, vista la clemencia que el perro había usado, mandóle atar e llamaron a la pobre india, e tornáse para los cristianos espantada pensando que la habían enviado a llamar con el perro, y temblando de miedo se sentó, y desde a un poco llegó el gobernador Juan Ponce; e sabido el caso, no quiso ser menos piadoso con la india de lo que había sido el perro, y mnadóla dejar libremente y que se fuese donde quisiese, y así lo fizo."

Como consecuencia de todas la cualidades que poseía Becerrillo, este recibía doble ración de comida (que en más de una ocasión era mejor que la de los propios infantes) y un sueldo por los servicios prestados a su Patria. Concretamente, el salario que ganaba era el equivalente al de un ballestero
Murió por fin Becerrillo por una flecha envenenada y los españoles mantuvieron su muerte y el lugar donde lo enterraron en secreto para así seguir manteniendo la fama y el terror entre los indígenas.
Uno de sus hijos, "Leoncico", acompañó a Núñez de Balboa en su periplo hacia el océano Pacífico. En uno de los encuentros con los nativos, los soldados españoles después de la descarga de fusilería soltaron a los perros. Murieron 600 nativos y el descabezamiento del cacique se le atribuyó a Leoncico.

El gran libertador Simón Bolivar tuvo un perro, NEVADO, que le siguió por todos los países y batallas en las que intervino. Era un perro enorme, descendiente de Mastines del pirineo. El encargado de cuidarlo era un indio llamado Tinjacá, hombre de confianza de Bolivar. El perro y su cuidador murieron el 24 de Junio de 1821 en la batalla de Carabobo. Cuando al final de la batalla dos oficiales avisaron a Bolivar de que algo había ocurrido con el indio y el perro, éste acudió a galope y se encontró a Tijancá moribundo y el perro muerto. Dicen que las últimas palabras del indio fueron; " ahh mi general, que nos han matao el perro".

2 comentarios:

Txema dijo...

Perros que me vienen a la cabeza...

Bek, el perro de Pavlov (el que salivaba con la campanillla), Laika, que también llamaban Kudryavka o Limonchik, al final la recogieron en la calle, (la primera viajera espacial que si llega a oir a Ana Torroja se suicida, luego lanzaron a las pobres Belka y Strelka en el Sputnik 5, pero ellas volvieron ), Balto, (que se recorrió 650 millas llevando un serum contra la difteria en 1925), Delta (el perro que encontraron en Pompeya bajo los restos de un niño), Mathais (al que Hitler dió la cruz de hierro por salvar nosecuantos soldados)... y ya no se me ocurren más.

calin dijo...

Sí, thanks, hay muchos más pero paa no hacer el post muy largo lo haré poco a poco.