viernes, 1 de octubre de 2010

Perros de sangre azul y de famosos

A lo largo de la historia han sido muchos famosos y personajes ilustres los que han compartido sus vidas, sus alegrías, sus vicios e inquietudes con sus mascotas preferidas. Aquí van algunos ejemplos y anécdotas curiosas.

Como Boatswain (Contramaestre), el perro de Lord Byron. Si en vida participó de la vida licenciosa y disipada del zángano de su amo, al morir tampoco tuvo queja pues su dolorido propietario le mandó construir un sepulcro digno de un rey, con una magnífico epitafio y poesía de despedida grabada en la lápida.



El matemático inglés John Wallis, fue uno de los pocos amigos que tuvo el genial, huraño y excéntrico Isaac Newton en toda su vida. Según cuenta en su diario, Newton, le gastó una broma contándole una supuesta proeza de su querido perro, ‘Diamond’. Más o menos sucedió así:

“Estando en casa de Newton, una tarde me dijo:
- Mi perro Diamond sabe mucha matemática. Hoy mismo me ha demostrado dos teoremas, justo antes de almorzar.
- Tu perro deber ser un genio- le respondí algo escamado ante semejante afirmación. A lo que Isaac me respondió:
- No creas, he exagerado un poco. En realidad el primer teorema tenía un error y el segundo una excepción patológica. Y aquí acabó la conversación”.

Era, claro, una sarcástica marcha atrás de la broma perruna, por parte del físico. Un hombre poco dado, por otra parte, a dar explicaciones sobre casi nada.

‘Diamond’, un perro listísimo según él, pero que no dejaba de ser un perro. Lo digo porque, en cierta ocasión, Newton dejó por descuido una vela encendida sobre su mesa de trabajo. Durante su ausencia, el perro la tiró al suelo, iniciando un incendio que destruyó gran cantidad de manuscritos y notas del científico. Una desgracia para la ciencia ya que fueron insustituibles.

Algunos cronistas cuentan que, a pesar de todo, éste se limitó a decir: “¡Ah, Diamond, Diamond, nunca sabrás el daño que me has hecho”. Otros, por contra, piensan que la pérdida de sus notas manuscritas, fueron la causa de su gran depresión nerviosa de 1692. Durante dos años, Newton, padeció una permanente crisis nerviosa, acompañada de prolongados insomnios y un estado de irritación continua. Un desastre intelectual irreparable. En todos los sentidos.


Dos conocidas damas francesas, María Antonieta y Madame de Pompadour, además de compartir lecho con reyes, aristócratas y demás ejemplares masculinos de la sociedad parisina, compartieron el cariño de la raza de perros Papillón. Las malas lenguas dicen que Inez, la perrita de la Madame (amante oficial del rey Luis XIV), llegó a ser tan libidinosa como su ama.

De María Antonieta cuentan que camino del cadalso llevaba en brazos a uno de sus papillones preferidos. Después de muerta encontraron en su casa cerámicas de Sevres de gran valor con figuras de esta raza. De hecho su casa de París ha llegado a conocerse como "la casa de Papillón".


Más triste fue el final del perrito de la reina María Estuardo. Justo tras caer su cabeza en el salón del palacio donde fue decapitada, surgió el pequeño terrier que había permanecido oculto bajo sus anchas faldas. Cuentan que no había manera de separarlo de la cabeza de su ama, con la que había compartido los años de prisión previos a la ejecución. Le intentaron lavar la sangre con la que había quedado manchado pero a pesar de querer cuidarlo, murió a los pocos días al negarse a comer ni beber.





No es de extrañar que al pueblo llano le diera por cortar cabezas después de la revolución francesa si como cuentan se sabía que hasta los perros de Luis XIV cagaban en bacinillas de plata decoradas con Jade, porque decían que traía buena suerte.

La pudorosa Reina Victoria en su adolescencia tenía un perrito llamado Dash al que dejaba inocentemente jugar bajo sus enaguas. Según cuentan que dejó escrito en uno de sus diarios de juventud, el cariño que mostraba el pretendiente Alberto de Sajonia hacia su perro le hizo decirse para casarse con él. Me los imagino en plena edad del pavo y el perrito y el novio jugando al escondite debajo de sus enormes faldas...... ummm.... el amor.


Los perros de la realeza y aristocracia inglesa son tan educados y flemáticos como sus amos. Si no que se lo digan a César, el fox terrier que perteneció a Eduardo VII y que mostró una dignidad y una majestad impresionante cuando en el funeral de su amo marchó detrás del féretro encabezando la comitiva de casas reales y personalidades que acudieron al acto. Una vez devuelto a los aposentos reales, fuera de las miradas del público, el perro pudo aullar y llorar a gusto ante la ausencia de su amo.


Hubo un "duque" en Hollywood muy conocido. Me refiero a John Wayne, conocido por el apodo de "duke". El famoso vaquero terminó confesando que ese apodo le venía de su juventud, era el nombre de su perro al que idolatraba. Su círculo de amigos empezó a llamarlo como su perro al ver el cariño que ambos se tenían.

Otro gran icono de la gran pantalla, Rodolfo Valentino, tuvo un dobermann llamado Kabar, que está enterrado en el cementerio de mascotas de los Ángeles.

La malograda e idolatrada Marilyn Monroe recibió de Frank Sinatra un perro de regalo al que le puso de nombre "Maf", diminutivo de Mafia. Nada más apropiado para recordar al cantante y actor que más relación tuvo con los capos.
Aunque el primer perro que tuvo Marilyn fue Tippy, una pequeña mascota que la acompañaba al colegio y que fue brutalmente asesinada por un vecino que decía que le molestaba que entrase en su jardín. La joven, por aquel entonces todavía Norma Jean, asistió aterrorizada al disparo del brutal vecino y quedó completamente conmocionada.

Si hay un famoso al que siempre asociaremos a la imagen de un perro ese es Xavier Cugat. El polifacético e internacional compositor tuvo un día la idea de salir en uno de sus conciertos con un perrito chihuahua. El éxito fue tal que desde entonces se dedicó a su cría y siempre iba con alguno de sus ejemplares. Uno de los más conocidos fue Pepito.

Hoy en día personajes como Eminem, Paris Hilton, Britney Spears, Adrien Brody, etc., poseen ejemplares de esta raza.



El genial Picasso tuvo varios perros. Entre ellos un galgo Afghano llamado Kasbec.

El más pequeño, un salchicha llamado Lump, fue un regalo del fotógrafo norteamericano Douglas Duncan. Cuentan que nada más llegar a casa del artista, el perrito saltó del coche y se instaló sobre el regazo del pintor. El flechazo fue mútuo. La silueta de perro que aparece en "las meninas" de Picasso, sustituyendo al mastín original de Velázquez, es la silueta de Lump.