viernes, 1 de octubre de 2010

Los perros en la política

Decía Truman que para tener amigos en Washington debías tener un perro. Desde George Washington hasta el señor Obama, no ha habido presidente de los EEUU que no haya disfrutado de como mínimo una mascota en la Casa Blanca. Quizá por nuestra mentalidad no entendemos la importancia que para los americanos tienen la mascotas y hasta qué punto consideran vital la relación que estos muestran. Una mujer estuvo 90 días en prisión por haber registrado de forma fraudulenta a su perro para que pudiese votar en las elecciones y no es la única, hay un movimiento ciudadano para que esto se consiga. Hasta que Obama dio a conocer a su perro BO (en homenaje al cantante Bo Didley), los medios de comunicación estuvieron inquietos y pendientes de la noticia.

Al primer presidente de los EEUU, su perrita Chloe le traía loco porque cada dos por tres le escondía su famosa peluca y sin ella no hubiera podido salir en la foto de los billetes de 1 dolar. Don Abraham Lincoln, que como todo el mundo sabe murió asesinado por un disparo, tuvo un perro muy querido llamado Fido, que murió pocos meses después que su amo, ¡ acuchillado por un borracho ¡.

Uno de los que llegó a ser más conocido fue Laddie Boy, un airedale terrier que perteneció al presidente Warren G. Harding. Era tan querido por el pueblo americano (el perro, porque el presidente fue como Clinton, un putero de cuidado) que a su muerte los niños que vendían periódicos por las calles hicieron una colecta de un penique por cabeza para sufragar una estatua de cobre que hoy se puede ver en el museo Smithsoniano. Tenía su propio sillón en el despacho y el día de su cumpleaños recibía multitud de regalos. Las malas lenguas dicen que se sabía cuándo el presidente estaba en el despacho oval refocilando con su consentida amante Nan Britton, porque el perrillo se quedaba fuera en la puerta esperando.


Algunas mascotas se han visto salpicadas por polémicas típicas de la política. Nixon tuvo que estar, desde que era senador por California, defendiéndose de acusaciones de soborno. En la televisión hizo unas apasionadas declaraciones en las que dijo que el único regalo que había aceptado era su perro "Checkers" (que no veas lo que se parece en castellano a cheques, ¿curioso, no?) y se negaba a devolverlo aunque eso hubiera sido delito. Al contrario que éste, el señor Truman sí que tuvo que devolver el cocker llamado Feller que previamente había aceptado como regalo.
Franklin Delano Rooselvet tuvo varias mascotas muy conocidas. Una de ellas, Meggie, le propinó un buen mordisco en el trasero a un senador que visitaba la Casa Blanca. No sabemos si lo hizo incitada por el presidente o de motu propio. Pero la más famosa fue Fala. Un Scottish Terrier bastante avispado del que inmediatamente se hicieron eco los medios de comunicación, divulgando sus travesuras y trucos. Asistió a reuniones presidenciales y la MGM realizó una película sobre un típico día en la Casa Blanca, presentando y teniendo como protagonista a Fala. También el ejercito de los EEUU la condecoró por su contribución de un dolar diario al esfuerzo de guerra. No queda claro si la perra hacía la transferencia ella sola o se lo encargaba a su agente bancario. Se vió envuelta en acusaciones de despilfarro. Veamos, no por esto del dolar, que la perra no se enteraba mucho, nos referimos a Rooselvet. Tuvo que defenderse en el congreso de las acusaciones de los republicanos que decían que el presidente había olvidado a la perra en no se sabe donde y había enviado un destructor de la marina exclusivamente para recogerla. Está enterrada junto a su amo y la estatua de ambos preside el mausoleo.

John F. Kennedy recibió de Nikita Kruschev un perro de regalo para su hija Carolina al que puso de nombre Pushinka. Era hija de Strelka, una de las perritas que participó en las primeras investigaciones espaciales. ¿tenía el perro incorporado algún microfono?... La KGB era capaz de eso y mucho más. Kruschev se la regaló después de la crisis de los misiles. El perro de Kennedy, Charlie, pistolero como su amo, se cepilló inmediatamente a la rusita y tuvieron 4 cachorritos a los que le pusieron de mote "Pupniks", juego de palabras entre puppy (cachorro) y Sputnik.




Juky, el perro de Lyndon Johnson iba haciendo amigos por donde quiera que fuera. Un día se meo delante del Sha de Irán en el despacho oval y en otra ocasión le propinó un soberano mordisco en la ingle a un policía de la Casa Blanca.


Clinton castró a su perro Buddy para que no tuviera más sexo. Algo Freudiano (y caradura) resulta el caso, verdad?. Dicen que al día siguiente el perro se hizo republicano. También tuvo un gato llamado Socks que al parecer desde el primer instante se llevó muy mal con Buddy, pero....quién coño soporta las gracias de un gato después de castrado.

Pobrecillo, Socks tuvo que ser sacrificado a los 18 años (que no está mal para un gato) por haber contraido un cáncer.

George Bush padre tuvo un perrito llamado Millie. Conocido el coeficiente intelectual de la familia Bush no es difícil creer que como ellos afirmaban, Millie era la autora del libro "El libro de Millie", donde cuenta sus años en la Casa Blanca y que le fue dictando a la Sra. Bárbara Bush. El perro de su hijo, (parece una frase sacada del diario de Bin Laden) Barney, muy simpático protagonizando sketchs televisivos sobre la Navidad en la Casa Blanca pero le propinó tal mordisco en la mano al periodista Joe Decker que necesito asistencia médica.


Y qué decir de las mascotas de los políticos españoles. Pues igual de discretas, por no decir sosas, que sus amos. Ni sobornos, ni cohechos, ni flirteos. De hecho poco han trascendido a los medios de comunicación. Aznar tenía tres gatos, Manolo, Margarita y Lucas, supongo igual de simpáticos que su dueño. A su señora Ana Botella parece que le gustan más los perros y no permitió que se llevaran los gatos a casa cuando dejó La Moncloa. Cuestión de pantalones.


Para terminar haré referencia a las mascotas de dos políticos archiconocidos del siglo XX, aunque algo diferentes en las formas;

Sir Winston Churchill tuvo un caniche llamado Rufus. Lenguas malidicentes comentan que al caminar, el perro tenía el mismo meneito de nalgas que su dueño.

Y Blondi, uno de los muchos perros que tuvo Adolf Hitler. Quizá el más conocido al ser el último. Blondi era un pastor alemán que compartió con su amo los últimos días en el bunker de Berlín. "lo suicidaron" con una cápsula de cianuro días antes de que los rusos entraran en la ciudad. Hitler, un fanático amante de los animales, temía que si caía en manos de los comunistas, lo maltratarían para vengarse de él.









Perros de sangre azul y de famosos

A lo largo de la historia han sido muchos famosos y personajes ilustres los que han compartido sus vidas, sus alegrías, sus vicios e inquietudes con sus mascotas preferidas. Aquí van algunos ejemplos y anécdotas curiosas.

Como Boatswain (Contramaestre), el perro de Lord Byron. Si en vida participó de la vida licenciosa y disipada del zángano de su amo, al morir tampoco tuvo queja pues su dolorido propietario le mandó construir un sepulcro digno de un rey, con una magnífico epitafio y poesía de despedida grabada en la lápida.



El matemático inglés John Wallis, fue uno de los pocos amigos que tuvo el genial, huraño y excéntrico Isaac Newton en toda su vida. Según cuenta en su diario, Newton, le gastó una broma contándole una supuesta proeza de su querido perro, ‘Diamond’. Más o menos sucedió así:

“Estando en casa de Newton, una tarde me dijo:
- Mi perro Diamond sabe mucha matemática. Hoy mismo me ha demostrado dos teoremas, justo antes de almorzar.
- Tu perro deber ser un genio- le respondí algo escamado ante semejante afirmación. A lo que Isaac me respondió:
- No creas, he exagerado un poco. En realidad el primer teorema tenía un error y el segundo una excepción patológica. Y aquí acabó la conversación”.

Era, claro, una sarcástica marcha atrás de la broma perruna, por parte del físico. Un hombre poco dado, por otra parte, a dar explicaciones sobre casi nada.

‘Diamond’, un perro listísimo según él, pero que no dejaba de ser un perro. Lo digo porque, en cierta ocasión, Newton dejó por descuido una vela encendida sobre su mesa de trabajo. Durante su ausencia, el perro la tiró al suelo, iniciando un incendio que destruyó gran cantidad de manuscritos y notas del científico. Una desgracia para la ciencia ya que fueron insustituibles.

Algunos cronistas cuentan que, a pesar de todo, éste se limitó a decir: “¡Ah, Diamond, Diamond, nunca sabrás el daño que me has hecho”. Otros, por contra, piensan que la pérdida de sus notas manuscritas, fueron la causa de su gran depresión nerviosa de 1692. Durante dos años, Newton, padeció una permanente crisis nerviosa, acompañada de prolongados insomnios y un estado de irritación continua. Un desastre intelectual irreparable. En todos los sentidos.


Dos conocidas damas francesas, María Antonieta y Madame de Pompadour, además de compartir lecho con reyes, aristócratas y demás ejemplares masculinos de la sociedad parisina, compartieron el cariño de la raza de perros Papillón. Las malas lenguas dicen que Inez, la perrita de la Madame (amante oficial del rey Luis XIV), llegó a ser tan libidinosa como su ama.

De María Antonieta cuentan que camino del cadalso llevaba en brazos a uno de sus papillones preferidos. Después de muerta encontraron en su casa cerámicas de Sevres de gran valor con figuras de esta raza. De hecho su casa de París ha llegado a conocerse como "la casa de Papillón".


Más triste fue el final del perrito de la reina María Estuardo. Justo tras caer su cabeza en el salón del palacio donde fue decapitada, surgió el pequeño terrier que había permanecido oculto bajo sus anchas faldas. Cuentan que no había manera de separarlo de la cabeza de su ama, con la que había compartido los años de prisión previos a la ejecución. Le intentaron lavar la sangre con la que había quedado manchado pero a pesar de querer cuidarlo, murió a los pocos días al negarse a comer ni beber.





No es de extrañar que al pueblo llano le diera por cortar cabezas después de la revolución francesa si como cuentan se sabía que hasta los perros de Luis XIV cagaban en bacinillas de plata decoradas con Jade, porque decían que traía buena suerte.

La pudorosa Reina Victoria en su adolescencia tenía un perrito llamado Dash al que dejaba inocentemente jugar bajo sus enaguas. Según cuentan que dejó escrito en uno de sus diarios de juventud, el cariño que mostraba el pretendiente Alberto de Sajonia hacia su perro le hizo decirse para casarse con él. Me los imagino en plena edad del pavo y el perrito y el novio jugando al escondite debajo de sus enormes faldas...... ummm.... el amor.


Los perros de la realeza y aristocracia inglesa son tan educados y flemáticos como sus amos. Si no que se lo digan a César, el fox terrier que perteneció a Eduardo VII y que mostró una dignidad y una majestad impresionante cuando en el funeral de su amo marchó detrás del féretro encabezando la comitiva de casas reales y personalidades que acudieron al acto. Una vez devuelto a los aposentos reales, fuera de las miradas del público, el perro pudo aullar y llorar a gusto ante la ausencia de su amo.


Hubo un "duque" en Hollywood muy conocido. Me refiero a John Wayne, conocido por el apodo de "duke". El famoso vaquero terminó confesando que ese apodo le venía de su juventud, era el nombre de su perro al que idolatraba. Su círculo de amigos empezó a llamarlo como su perro al ver el cariño que ambos se tenían.

Otro gran icono de la gran pantalla, Rodolfo Valentino, tuvo un dobermann llamado Kabar, que está enterrado en el cementerio de mascotas de los Ángeles.

La malograda e idolatrada Marilyn Monroe recibió de Frank Sinatra un perro de regalo al que le puso de nombre "Maf", diminutivo de Mafia. Nada más apropiado para recordar al cantante y actor que más relación tuvo con los capos.
Aunque el primer perro que tuvo Marilyn fue Tippy, una pequeña mascota que la acompañaba al colegio y que fue brutalmente asesinada por un vecino que decía que le molestaba que entrase en su jardín. La joven, por aquel entonces todavía Norma Jean, asistió aterrorizada al disparo del brutal vecino y quedó completamente conmocionada.

Si hay un famoso al que siempre asociaremos a la imagen de un perro ese es Xavier Cugat. El polifacético e internacional compositor tuvo un día la idea de salir en uno de sus conciertos con un perrito chihuahua. El éxito fue tal que desde entonces se dedicó a su cría y siempre iba con alguno de sus ejemplares. Uno de los más conocidos fue Pepito.

Hoy en día personajes como Eminem, Paris Hilton, Britney Spears, Adrien Brody, etc., poseen ejemplares de esta raza.



El genial Picasso tuvo varios perros. Entre ellos un galgo Afghano llamado Kasbec.

El más pequeño, un salchicha llamado Lump, fue un regalo del fotógrafo norteamericano Douglas Duncan. Cuentan que nada más llegar a casa del artista, el perrito saltó del coche y se instaló sobre el regazo del pintor. El flechazo fue mútuo. La silueta de perro que aparece en "las meninas" de Picasso, sustituyendo al mastín original de Velázquez, es la silueta de Lump.