
Si hay una enfermedad animal que cause miedo y respeto al nombrarla es la Rabia. Incluso personas ajenas al mundo animal, o que nunca han tenido un animal de compañía saben que esta es una de las más terribles enfermedades que se puede transmitir al ser humano, de hecho es conocida desde la antigüedad. El principal motivo es que su mortalidad puede ser casi del 100% y su aparición y efectos muy rápidos. Se encuentra por todo el mundo, aunque hay muchos países libres de la enfermedad gracias a sus medidas obligatorias de vacunación y de cuarentena. Puede afectar a cualquier animal de sangre caliente, (todos los mamíferos) lo que hace que hasta una inocente vaca pueda volverse “loca” y agredir cualquier cosa que se le ponga por delante. Si sabemos que la transmisión se realiza por la mordedura (que ya es un hecho físico doloroso y a temer) y saliva de un animal enfermo, y que hasta el más plácido y manso animal puede afectarse, no es de extrañar que el temor y el desconocimiento hayan propiciado muchas leyendas y creencias infundadas.

En la práctica diaria podemos constatar que existe ese respeto y temor a la enfermedad de la rabia, cuando ante cualquier pequeño incidente protagonizado por un perro, bien sea agresión o cambio de comportamiento habitual, el propietario nos pregunta si “está rabioso”. En España no ha habido ningún caso declarado desde los años cincuenta, gracias a la labor de prevención con la vacunación obligatoria de todos los perros. No obstante hay que recordar que todos los años mueren personas por esta enfermedad y no conviene bajar la guardia.
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